La confesión no es un tribunal de justicia, es un tribunal de misericordia. En ella, crecemos en una renovada amistad con Jesús desde la humildad, reconociendo nuestra debilidad y acudiendo a Su ayuda.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos recomienda 5 pasos para hacer una buena confesión.
¿Cómo confesarnos?
- Hacer un examen de conciencia para recordar todos los pecados cometidos desde la última confesión.
- Arrepentirse de los pecados. Es decir, sentir tristeza por haber ofendido a Dios que es bueno y por haber hecho, pensado o dicho lo que nos hace daño a nosotros mismos o a los demás.
- Hacer un propósito de enmienda para no repetir los pecados cometidos.
- Confesar con humildad y sinceridad los pecados al sacerdote.
- Cumplir la penitencia que el sacerdote indique.
La confesión destruye nuestro orgullo que nos aparta del gran regalo de estar reconciliados con Dios. El Santo Cura de Ars decía que no es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios mismo es quien va tras el pecador y lo hace volver hacia Él. Tanto nos ama Dios, que no solo resucitó para darnos vida eterna, sino que constantemente está en búsqueda de sus hijos.
¡Acerquémonos a este valiosísimo sacramento!