Un camino para vivir la cuaresma es unir nuestro corazón al corazón de la Virgen María ya que fue ella quien más conoció y amó a Jesús.
La cuaresma es un tiempo para aprender a entregarse, abandonarse y confiar en Dios como hizo la Virgen. Es el tiempo litúrgico que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Se derrama la Misericordia de Dios de un modo especial.
Dios quiere sanar nuestras heridas, y para eso es necesario que seamos humildes, como dijo San Juan Bautista: “es necesario que Él crezca y yo disminuya” Jn 3, 30.
El Rosario es el medio para recibirla en nuestra vida y lograr su poderosísima mediación. Así, de su mano, podemos alcanzar la conversión.
¿Quién mejor acompañante y Maestra para vivir esta Cuaresma que María? Recibámosla en nuestra casa como nos la regaló Jesús desde la Cruz: “Hijo aquí tienes a tu Madre” Jn 19, 26.