Cuando Jesús se reveló a Santa Margarita María de Alacoque, quien recibió las apariciones del Sagrado Corazón, le pidió que se honre Su Corazón, comulgando y haciendo reparación para expiar las injurias que ha recibido. Lo hizo con estas palabras:
“He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres que nada ha ahorrado hasta agotarse y consumirse para testimoniarles su amor.
Y, en recompensa no recibe de la mayor parte de ellos sino ingratitud, por sus irreverencias y sacrilegios: por la frialdad y el desprecio con que me tratan en este sacramento de amor.
Y lo que me es todavía más doloroso es que así proceden corazones que me están consagrados.
Por eso te pido que, el primer viernes después de la octava del Corpus Christi, se dedique una fiesta particular para honrar mi corazón, comulgando ese día y haciéndole reparación de honor, a fin de espiar las injurias que ha recibido durante ese tiempo que ha estado expuesto en los altares.
Te prometo también que mi Corazón se dilatara para derramar una abundancia de gracias de su divino amor sobre los que le rindan ese honor.”
La Fiesta del Sagrado Corazón nos invita a contemplar el núcleo central de nuestra fe: Dios nos ama sin medida. Se celebra cada viernes después de la Fiesta de Corpus Christi.
Compartimos algunas propuestas para vivir ese día de fiesta y recibir todas las gracias que se derraman.
- Orar con la jaculatoria: “Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”.
- Tener una imagen del Sagrado Corazón a lo largo del día.
- Hacer actos de reparación, desagravio y perdón por las ofensas a la Eucaristía.
- Consagrarnos a Él. Recitando la siguiente oración:
“Señor Jesús, tú que viniste a alumbrar un fuego en la tierra, yo me rindo a la voluntad del Padre en el aliento del Espíritu Santo. Purifica mi corazón, enciéndelo de amor y de caridad. Haz crecer en mí el deseo de la santidad”.
Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos.