¿Por qué es tan importante consagrarse a María?

¿Por qué es tan importante consagrarse a María?

  • Cuando nos consagramos a María la aceptamos como Madre, Maestra y Reina, para dejarnos formar, moldear, guiar y enseñar y renacer a la verdadera Vida.
  • Todo acto de consagración a la Virgen, atrae y actualiza el triunfo del Inmaculado Corazón, profetizado en Fátima.
  • La Virgen María lo dijo de manera muy clara: «Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios«.
  • Porque nos une en Jesús: La Virgen nos reúne en Su Corazón, morada maternal del amor de Dios. Ella está profundamente unida a Él, y al unirnos a María, nos unimos a Jesús de la mejor forma.
  • María es Madre de la Iglesia. Al consgrarnos, la Virgen puede ejercer su misión espiritual en nosotros, sus hijos. Intercede por las gracias que necesitamos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas.
  • «Jesús vino al mundo a través de la Santísima Virgen, y también por medio de María debe reinar en el mundo.

Estamos comenzando el mes de María: desde el 8 de noviembre hasta el 8 de diciembre. En este mes, se derraman gracias especiales para aumentar nuestro amor por Ella y acercarnos a su Hijo. Esta celebración, que comenzó en la Edad Media, pretende que los cristianos se identifiquen con la figura de la madre de Jesús, a través de la humildad y la sencillez.

Compartimos una oración para el mes de María, para estar cerca de Ella:

«¡Oh María!, durante el bello mes a ti consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.

Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes. Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es la de sus virtudes.

Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡Oh Virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aun la sombra misma del mal.

La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados.

¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y la mejor de las madres, Amén.«

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